
La curiosidad nos acompaña siempre desde la era cavernícola, por lo tanto debemos siempre alimentar esa curiosidad pero no para el «chisme» sino para desarrollar nuestra capacidad de investigación para crear nuevas rutas neuronales de aprendizaje.
Esta curiosidad nos hará ampliar nuestra zona de confort (yo no la llamo salir pues al hacer eso, de por si ya la estamos «ampliando»). Ahora bien muchas veces, el ser curiosa o curioso sucede algo que no esperas y te puede paralizar, y ahí es donde debes anteponer ese «paralizar» por «asombro» y seguir adelante. Cada experiencia nueva nos enriquece, nunca es en vano. Un sinónimo de la curiosidad es el esmero, que nos ayuda a hacer las cosas bien hasta lograrlas, la curiosidad por tanto «nunca» debe ser reprimida. Si deseas investigar algo hazlo, no creas todo lo que te dicen, investiga y tu mundo interior se ampliará.
Habrán situaciones o cosas que no desearás enterarte, pero es mejor que lo sepas por tu propia investigación que por meros «chismes». Recuerda que la curiosidad es inherente está en nuestro propio ADN, lo que desencadena en reacciones buenas (cerebro neurocortex) o adversas (cerebro reptiliano), reacciones propias de nuestro cerebro maravilloso. Así se como el gato, curioso siempre.