La resiliencia es una capacidad muy importante en cualquier deporte. Los deportistas tienen que lidiar con el estrés de las competiciones y la presión de ser los mejores en su trabajo. A esto también hay que añadirle la preocupación por trabajar con el propio cuerpo y con una verdad que muchas veces se esconde detrás de las medallas: el deporte de élite castiga al cuerpo, lo exprime al máximo y está lejos de ser salud. A su vez esta idea está relacionada con otra fuente de presión: las lesiones.
Si hay algo que nos puede diferenciar de los deportistas es que para ellos la mayoría de las presiones son autoimpuestas y a la vez muchos no tienen más remedio que autogestionarlas. Sin embargo, estas les proporcionan una madurez que les permite desarrollar y fortalecer su resiliencia. Así, se convierten en personas comprometidas, con una gran determinación y sobre todo con la fe que da haber vivido muchas tormentas y haber presenciado como, después de un tiempo, las nubes se retiraban.
«La fortaleza mental de la que gozan les permite resistir a flote cuando otros se hunden. Es el producto de su experiencia, pero también un ejercicio de fe y de esperanza». Con afecto. Victor.
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