
A veces creemos que el tren ya pasó, que las oportunidades tienen fecha de caducidad y que si no lo logramos «a tiempo», ya no vale la pena intentarlo. Pero la verdad es que mientras estés respirando, aún estás a tiempo.
Estás a tiempo de reinventarte, de sanar lo que dolió, de aprender algo nuevo, de empezar desde cero. Estás a tiempo de amar mejor, de perdonar más, de rodearte de quienes te nutren el alma. Estás a tiempo de dejar atrás la vida que ya no te representa, y construir una que refleje quién eres hoy.
La edad no limita el sueño, lo limitan las dudas que te contaron. El reloj corre, sí, pero corre a tu favor si decides caminar con él. Recuerda: el tiempo no se ha terminado… solo está esperando que empieces.
